Crónica de un amor crónico
Esta reseña no contiene spoiler.
Una vez más, Joaquin Phoenix nos regala una actuación digna de Óscar, encarnando a un personaje profundamente complejo, roto, deprimido y en declive. En esta película, su interpretación revela con crudeza las miserias más oscuras del ser humano y cómo la sociedad empuja a los más vulnerables hacia la decadencia. Con una narrativa que aborda temas tan delicados como el suicidio, la película logra hacerlo con una belleza visual y emocional que impacta.
Lady Gaga, por su parte, deslumbra nuevamente. Tras su inolvidable actuación en Ha nacido una estrella, se tenían unas altas expectativas que ha cumplido de nuevo, estando a la altura del protagonista. Su presencia en la pantalla es magnética, su capacidad para transmitir emociones a través de la música y la actuación es impecable. Cada interpretación vocal, desde los momentos a capela hasta los más orquestados están llenos de intenciones y matices que enriquecen la evolución de su personaje.
Esta no es una película para quienes buscan superhéroes, sino más bien, supervivientes.
No es DC, no te esperes DC. Lo que encontrarás son seres humanos al borde del colapso, de la supervivencia, luchando contra sí mismos y contra una sociedad que los ha dejado atrás. La película se mueve entre diversos géneros: drama, musical, comedia negra y tragedia, creando una mezcla rica en contenido y completa.
No es un musical al uso; Cada canción está dentro de un contexto y la letra tiene un significado.
Las canciones, lejos de ser simples pausas musicales, son piezas narrativas en sí mismas. Cada letra tiene un peso emocional que responde a un contexto, un mensaje que se entrelaza con la trama y nos invita a ver reflejados los pensamientos más intrusivos del protagonista. Cada nota, cada palabra, tiene un propósito claro, subrayando las emociones que Arthur nos va mostrando a lo largo de la historia.
Un joker muy humano y un suicida pasivo-agresivo.
A medida que la película avanza, observamos una transformación fascinante en los personajes. Arthur, interpretado por Phoenix, atraviesa una dolorosa metamorfosis, desde la depresión más cruda que lo lleva a la miseria más absoluta, hasta convertirse en un Joker más humano y dantesco, preso de sí mismo, de su sombra, pero siempre con el sentido del humor que lo caracteriza. Lee, interpretada por Lady Gaga, evoluciona junto a él adoptando también el caos y la anarquía que envuelven al protagonista. Esta evolución no es solo emocional, sino también estética y musical.
Los temas psicológicos se abordan con una profundidad desoladora. Tan natural que duele.
Para quienes no han experimentado esa oscuridad, puede ser difícil empatizar completamente con el sufrimiento de Arthur, pero la película no busca simplificar ni suavizar estas experiencias, las expone en toda su complejidad y dureza.
Obra maestra visual.
La fotografía no solo acompaña la trama, sino que la enriquece. Sus encuadres están llenos de simbolismos y enigmas fuera de plano que hablan por sí mismos. Cada plano cuenta una historia, esconde secretos y pide ser interpretado. No basta con mirar; hay que detenerse en los pequeños detalles, porque cada uno de ellos tiene algo que decir.
Quizás esta película no sea del gusto de todos los públicos. Su tono sombrío, su ritmo pausado y su enfoque filosófico puede no conectar con todo el público. Sin embargo, para los amantes del cine que disfrutan de una obra cargada de significado y belleza visual, esta película será una experiencia inolvidable.
¿Habremos visto una película del verdadero Joker? Solo nos queda esperar para descubrirlo…