Game Pass: La batalla de Microsoft por escapar a la mediocridad
Autor: @davidhthe1st
Empecemos dejando una opinión clara: si el debate es si merece la pena el Game Pass como servicio, es difícil concluir que no. Estamos hablando de un catálogo que de primeras resulta casi inabarcable en cuanto a las horas y horas de diversión que ofrece. Contiene una combinación de juegos clásicos con nuevos lanzamientos, tanto de estudios de Microsoft como de terceros (ahí están los catálogos de Bethesda o Electronic Arts), que pueden hacer las delicias de cualquier fan del mundillo, sobre todo si viene de un período de descanso y quiere ponerse al día con los grandes lanzamientos de esas casas de los últimos años.
Otro punto fuerte es, sin duda, la apuesta de Microsoft por la versatilidad y las nuevas tecnologías. Si bien el Game Pass de PC es la versión pobre del servicio, tanto por el catálogo reducido como por una aplicación a duras penas funcional, la nube es el MVP de la partida: si a mí me conquistó desde el momento en que pude empezar a compartir las partidas guardadas entre los diferentes dispositivos, imaginaos el efecto que produce poder jugar a buena parte del catálogo directamente desde un teléfono.
La nube es el MVP de la partida
A estas alturas, imagino que el lector estará arqueando una ceja con incredulidad, preguntándose a qué venía el título. ¿Clickbait? Sabéis que en esta vuestra humilde casa nunca os haríamos eso.
¿Hay muchos juegos? Sin duda. ¿El precio es correcto, sobre todo si lo usas como fuente principal de juegos y juegas desde más de una plataforma (PC, Xbox, móvil)? Lo es: de hecho, solía resultar hasta sorprendente.
¿Dónde está el problema entonces? Pues, en la modesta opinión de quien escribe estas líneas, el problema está en dos frentes: el primero, que si solo juegas a cosas del servicio, te pierdes algunos de los pelotazos más sonados de la industria; el segundo, que algo pasa con los juegos que van directamente al Game Pass, porque es demasiado frecuente que les falte un rato más de horneado.
Este artículo lo tengo en la cabeza desde hace tiempo, pero las polémicas que han surgido alrededor de The Ascent han sido el principal detonante de que estemos frente a esta página. ¿Es The Ascent un mal juego? No. ¿Podría ser mejor? La palabra “mejor” lleva a un terreno muy pantanoso, pero creo que podemos estar de acuerdo en que al juego le falta pulido, tanto en lo referente a los bugs como si hablamos de la jugabilidad y el diseño.
Lo de los bugs no es exclusivo de Microsoft, más bien es un mal endémico de la industria en la era de los juegos en acceso anticipado (estén clasificados así o no). Lo de sacar los juegos cuando les falta un hervor tampoco. El problema viene cuando la mayoría de lanzamientos propios de Microsoft para su servicio deja esa impresión. Sunset Overdrive, Quantum Break, Recore, The Medium o The Ascent son ejemplos de ideas fantásticas que cojean un poco (o algo más) en la ejecución.
Evidentemente, no tenemos pruebas de que Microsoft esté metiendo presión a los estudios para sacar los juegos lo antes posible (hay casos en los que parece más bien lo contrario), así que no sabemos si ese es el motivo, pero… ¿supongo que tiene sentido? Incluso pensando en Halo, parece que se han desmarcado un poco de la campaña, que ha quedado por ahora en un segundo plano para hacer énfasis en un multijugador free-to-play. Claro, tenemos los casos de Forza o Flight Simulator que brillan con luz propia, o, hablando de brillos, el esfuerzo por llevar con fuerza a la nueva generación títulos como Gears V, en el que el mármol del suelo deslumbra todo lo que no puede deslumbrar su jugabilidad (en Hastag soñamos con un reboot Gears de la mano de id Software).
En Hastag soñamos con un reboot Gears de la mano de id Software
Sin embargo, sea una decisión consciente o no, a la larga Microsoft va a necesitar que sus lanzamientos de “día 1 en el Game Pass” tengan más impacto en general para seguir atrayendo a gente hacia su familia de plataformas y, sobre todo, conseguir recortarle más terreno a una Sony que juega a otro fútbol muy distinto, más cercano del de Javi Clemente, centrado en marear la perdiz e intentar pegar duro, aunque llegue al área con mucha menos frecuencia. Y claro, no siempre gana el que más veces llega, sino el que tiene más puntería…